ADIVINANZAS POPULARES – Febrero/Abril de 2014

(Publicadas en la edición de Febrero/Abril 2014)

En esta oportunidad, presentamos algunas adivinanzas populares que fueron recopiladas por Juan Dragui Lucero en su libro “Cancionero Popular Cuyano” de 1938.

1

Pampa blanca,

semilla negra,

cinco toros,

y una ternera.

2

Corre sin tener pies

y habla sin tener boca.

3

Me fui por un caminito,

me la encontré…

La busqué, la busqué,

y como no la encontraba

a mi casa la llevé.

4

Una señora de polleras blancas,

salta sierras y barrancas.

5

Pensando, me voy pensando.

Pensando me vuelvo loca…

La suegra de la mujer de mi hermano,

¿qué parentesco me toca?

6

Más fina que la hoja,

le pasa el agua

y no se moja.

7

Una vieja jorobada

y un hijo enredador,

una hija muy hermosa

y un nieto predicador.

8

Entre dos paredes

hay una flor colorada.

Llueva o no llueva

siempre está mojada.

LAS TONADAS Y EL CANCIONERO POPULAR CUYANO

(Nota publicada en Mayo de 2013)

Tenemos en nuestra región la fortuna de poseer un gran repertorio de cuecas, gatos y tonadas, además de otras melodías propias de nuestra cultura, que provienen de muchas generaciones atrás y ya son del pueblo. Estos versos fueron recopilados hace más de 70 años por Alberto Rodríguez y Juan Draghi Lucero.

El comienzo y armado de los Cancioneros Populares. Se cree que en Argentina es Ventura Lynch uno de los primeros en recopilar la música popular de la región bonaerense, al tiempo que escribe sobre las tradiciones de la Pampa argentina, allá por 1883. También por esa época se destacan, en diferentes provincias, las figuras de Paul Groussac, Ricardo Rojas, Estanislao Zeballos, Jorge Furt, Juan Alfonso Carrizo, Manuel Gómez Carrillo, Andrés Chazarreta (para muchos el patriarca del folklore argentino) y Julio Viggiano Essaín. Estos grandes hacedores de la cultura popular han logrado con su recopilación minuciosa rescatar los versos, danzas y melodías de casi todos los rincones del país.

La música de Cuyo fue publicada por primera vez en Buenos Aires (año 1925), en una gran colección de recopilaciones de mitos y leyendas de San Luis, de gran valor documental, por la investigación de la doctora Berta Elena Vidal de Batini, filóloga puntana.

La realización de estas obras épicas -que implicaron investigaciones de campo, documentalizadas, de carácter científico- vino de la mano del trabajo de Juan Draghi Lucero (5/12/1897 – 17/05/1994) y Alberto Rodríguez (1900 – 18/08/1997), después de recorrer durante veinte años casi la totalidad del campo cuyano (mediante notación de mano directa), y que se presentan en Buenos Aires en junio de 1933 difundiendo así muchas piezas del folklore cuyano de los siglos XVIII y XIX, no conocidas hasta ese momento[i].

Pero es en 1938 cuando Juan Draghi Lucero publica el Cancionero Popular Cuyano con unas 1.700 piezas: algunas con autoría y otras anónimas recogidas en Mendoza, San Juan y San Luis, con un prólogo histórico descriptivo de la región de Cuyo, fundamentando con la geografía del lugar el porqué de muchas costumbres que influyeron en los caracteres del folklore cuyano.

El Cancionero Cuyano de Alberto Rodríguez sale a la luz también en 1938 siendo muy bien descripto el desarrollo musical completo de la música popular de Cuyo, con rigor técnico y carácter artístico, ya que está escrito para música de cámara, y los ritmos musicales de Cuyo, propio de instrumentos de laúdes, son trasladados al piano sin perder las esencias musicales cuyanas tan complicadas como ningún otro cancionero musical argentino, según afirmara Carlos Vega. Por primera vez se publican los trabajos documentales y analíticos de las danzas cuyanas que se remontan a la época sanmartiniana. Aquí las fogatas atraían a los guitarristas y cantores que acompañaban con sus tonadas esperanzadas, los últimos pasos de las heroicas tropas que iban a enfrentarse con gloria: «Adiós prenda idolatrada! vaya dejar de existir! me es forzoso el partir! para mi eterna morada! / De mi vida infortunada! al mundo dejo un ejemplo! / Sólo al dejarte contemplo! con el dolor más amargo! y te dejo como encargo! no me olvides con el tiempo». Esta tonada -afirma Alberto Rodríguez- fue dictada por Don Javier Molino, nacido en 1852.

El trabajo de JDL y AR implica un conocimiento empírico con el contexto integral del lugar, para poder explicitar lo que subyace en éste, a través de la notación, y que no solamente tiene que ser veraz sino que tiene que ser documental, sistemática, clasificada, comparada, relacionada con las cientos de costumbres y formas de vida que dan lugar a las distintas variantes musicales y literarias dentro de la misma región, lo que supone una indagación más profunda, no propias de bibliotecas o laboratorios, sino que se produce muchas veces volviendo al mismo lugar, yendo a otros mucho más lejos donde el lugareño puede brindarle más datos o más versiones -lo que implica que una creación popular o un concepto, o un aporte, tenga que ser revisado, corregido infinidades de veces antes de plasmarlo definitivamente en el papel; implica sortear esas vicisitudes propias de esa época, en que la radio no había llegado, como tampoco la fotografía, ni máquinas grabadoras, lo cual implicaba una gran memoria y dominio técnico. Tampoco existía una movilidad apropiada, más que un caballo, una mula o una carreta, para después continuar en lo que algunos folkloristas llaman estudio de gabinete[ii].

Ambos coinciden en que fue una labor patriótica, sin ninguna especulación ni búsqueda de réditos. Aquí lo que vale es solamente el interés de salvar del olvido antiquísimas producciones que conformaban las otras historias regionales; en el caso de Cuyo, empiezan antes de la década del año 20. Recopiladas sistemáticamente, con método, con compromiso de los significados sociales que encierran. Estudiadas desde una mirada científica, este arte se vuelve base de identidad. Identidad local, regional, nacional, mundializada. De patrimonio histórico de lo espiritual a la retradicionalización. Es documento que vive en nuestra construcción social. Con el tiempo ya no es de los autores, sino que es del pueblo[iii].

¿Qué trae el Cancionero Popular Cuyano? La tonada cuyana es uno de los tantos ritmos folklóricos de la región. Esta tiene la particularidad que es muy defendida en el ambiente folklórico provincial, pero a su vez cuenta con escasa difusión.

Según investigadores del folklore hay tonadas anteriores a 1830. Se estima que este aire musical que se remonta a la edad media y viene con los conquistadores a la Argentina, tendría influencia de melodías árabes-musulmanas que se habría dado en España en aquella época. En la época de dominación de los españoles sobre el pueblo Huarpe, este pueblo originario también transmitió sus costumbres, raíces, cultura y tradiciones, entre ellas la música  que con el correr del tiempo y los respectivos mestizajes de españoles y aborígenes, nació una nueva generación, la del hombre cuyano que dio una fisonomía particular a las expresiones artísticas del momento naciendo así el canto popular cuyano. “Los cantos populares de los pueblos incásicos, los yaravíes y los zainitos, se mezclaban al recuerdo lejano de las malagueñas, las seguidillas, los boleros, los fandangos y jaleos y dan origen a nuevos cantos y bailes argentinos, a la huella, la vidala, los tristes, el arrorro, el gato, el cielito, el triunfo, el pericón, las milongas, las zambas y cuecas”, afirma E. Gabriel Guzzo[iv].

E. Gabriel Guzzo  en su libro “La Tonada Cuyana” expresa que hay un ciclo que comprende al yaraví, el triste, el tono y la tonada. Al referirse al mismo tema Jorge Buenaventura Becerra afirma que se llamó: “Estilo, triste, yaraví y tonada; y que es con este último nombre que se enraizó en Cuyo y tomó fisonomía propia”. La Profesora Hebe Almeida de Gargiulo afirma que este ritmo musical  “tiene sus orígenes en la tonadilla española, pasa por el Perú y sus yaravíes, después fue a Chile y de ahí a Cuyo”.

En las tonadas de tierra adentro, entran seguramente los acentos y modulaciones de las lenguas aborígenes. El origen de nuestras entonaciones regionales está seguramente en la entonación con que el indígena modulaba su lengua. Nuestras leyendas y la nomenclatura aborigen dieron motivo a innumerables tonadas que la tradición oral conserva a través de los años.  Lo cierto es que hay tonadas del género que se busque pero las amatorias son las más comunes. La tonada cuenta con algo particular que son unos versos de improvisación que se hacen en el momento en que es interpretada: el cogollo. Es la parte más delicada, en la interpretación del cogollo, el cantor pone todo su ingenio a fin de agradar a quien se lo dedica. Este puede ser de amor, amistad, cariño, entre otras dedicatorias. Las tonadas tienen características según la tradición, las raíces, la cultura y costumbres de cada lugar. Por ejemplo, en Malargüe no son tonaderos, son tonaderas[v].

Difusión. La música popular cuyana, se empezó a conocer a finales de la década del ´20 a través de actuaciones en las radios porteñas, con la figura de Saúl Salinas, sanjuanino, que entre otras tonadas populares grababa “La Pastora”, una de las tantas que cantamos hasta el día de hoy. Y entre los años 1926-1928 se consagraba Hilario Cuadros como intérprete de la música nuestra con temas populares y otros de su autoría. Cristino Tapia, cordobés, y Saúl Salinas fueron quienes le enseñaron a bordonear tonadas a Carlos Gardel, siendo » Sanjuanina de mi amor» una de las primeras interpretaciones del zorzal criollo. Además grandes figuras como Buenaventura Luna, Juan Gualberto Godoy, Julio Quintanilla, Antonio Tormo (gran ídolo de León Gieco en sus comienzos), Félix Dardo Palorma, Carlos Montbrun Ocampo, Alfredo Pelaia y Carlos Vega Pereda, entre cientos más aportaron a la reproducción de nuestra música más popular. Hoy numerosos solistas y grupos folklóricos de jóvenes siguen afinando sus guitarras, preparando un cogollo y cantando tonadas.

¿Qué sería de nuestra música tradicional y popular si no hubiesen existido grandes hombres que dieron todo a cambio de nada por rescatar parte importante de nuestra cultura? Esperamos que esta resumida nota sea el comienzo por seguir aprehendiendo con más profundidad nuestra historia, nuestras canciones, y sirva como homenaje a la memoria de los músicos y cantores populares que allí vivieron anónimamente.

Extraído de la Revista MATAQUE

(de la Asociación Civil LA CARA SUR por la Educación Rural) Año II. Número 1. Abril de 2010

Referencias y Bibliografía de Interés:

[i] Diario Los Andes. http://www.losandes.com.ar/notas/2008/8/9/cultura-373863.asp

[ii] Diario Los Andes. http://www.losandes.com.ar/notas/2008/8/9/cultura-373863.asp

[iii] Diario Los Andes. Ob. Cit.

[iv] GARCÍA, Víctor Augusto. Rastros de la Tonada Cuyana. Cátedra de Investigación en Comunicación, 4º año de Licenciatura en Comunicación Social. Año 2000; en http://www.sentimientocuyano.com.ar/historiatona/investigaciontonada1.htm

[v] GARCÍA, Víctor. Ob. Cit.

  • RODRÍGUEZ, Alberto. Cancionero Cuyano. Segunda Edición, Ediciones Culturales de Mendoza. Mendoza. 1989.
  • DRAGHI LUCERO, Juan. Cancionero Popular Cuyano. Segunda Edición, Ediciones Culturales de Mendoza. Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo. Mendoza. 1992.
  • http://www.folkloredelnorte.com.ar/creadores/draghi.htm